“¿Qué significa esto? Ponerse los pantalones largos”, subraya Catalina Lonac, feliz y todavía conmocionada al cabo de una semana histórica para la Universidad de San Pablo-T. El presidente Mauricio Macri firmó el decreto que le confiere la aprobación definitiva de funcionamiento a la casa de altos estudios y Lonac lo celebra: “no hay una autonomía mayor en la Argentina que la de una universidad con su aprobación definitiva. Te da la libertad de gestionarte como quieras”.
Este paso implica un salto de calidad para la San Pablo-T y sirve para reforzar su lugar en el contexto de la educación tucumana. Lonac -fundadora de la universidad y presidenta de la Fundación para el Desarrollo- lo aprovecha para abordar los temas que la apasionan.
- ¿Por qué es tan importante este logro para la San Pablo-T?
- De acuerdo a la Ley Superior de Educación, sin la aprobación definitiva se puede actuar como una universidad plena, pero absolutamente controlada, o sea que hay que pedir permiso para todo. Uno puede seguir toda su vida en esa condición, de hecho en la Argentina hay universidades sumamente prestigiosas que no tienen la aprobación definitiva; o porque no la pidieron o porque no la consiguieron. Debimos someternos a procesos de autoevaluación y de evaluación externa; lo aprobó la Comisión Nacional de Evaluación Universitaria (Coneau) y el Ministerio de Educación de la Nación. Desde hace cuatro meses estaba en Presidencia para la firma. Lo esperábamos de un momento a otro y nos enteramos por el Boletín Oficial.
- No es el momento político en el que uno se imagina al Presidente manejando estos temas...
- Yo soñaba con que esto llegara antes del 14 de septiembre, porque es nuestro aniversario y siempre lo festejamos. Pero me dije: “¿Macri se va a poner a ver el decreto de una universidad en medio de un país que se le incendia?” Era muy complicado y ya había perdido toda esperanza. Creo que hablé hasta con el ordenanza de la Casa Rosada y me dije: “bueno, alguna vez habrá un Presidente que me firme esta autorización definitiva”. Y el 10, muy temprano a la mañana, nos enteramos y la verdad es que no fue una emoción; fue una conmoción.
- ¿Cómo se vive el momento en el seno de la universidad?
- Yo tengo tres hijos: Agustín, Catalina y la Universidad de San Pablo, y a los tres los amo y los cuido de la misma manera. Para mí la universidad es una forma de vida y trato de transmitirle eso a toda la gente que trabaja conmigo. Esto no es venir sólo por un sueldo; acá se vive universidad. No quiero que se pongan la camiseta, quiero que tengan el cuero de la universidad. Y creo que lo logro, creo que lo mejor de mí es formar equipos y transmitirle mi pasión a la gente. No pretendo que los demás sueñen mi sueño, pero sí que lo compartan.
- ¿Por qué vale la pena invertir hoy en educación?
- Esto no es nada redituable. Podés encarar un proyecto educativo como un modelo de negocios, pero no es mi caso. Por ejemplo, a mí no me interesa -y dejo por escrito que se mantenga cuando ya no esté- tener miles y miles de alumnos. Nos interesa tener pocos, pero buenos. ¿Por qué he decidido apostar por la educación? Soy hija de extranjeros, mis padres vinieron sin nada y la Argentina ha sido un país absolutamente generoso con mi familia. Siento que debía algo importante, porque me fue bien y creo que debía devolverlo. Tenía 40 años cuando pensé en esto: ¿qué puedo dejarle a mi provincia, a mi país?
- ¿Cómo siguió la historia?
- Una universidad siempre había estado en mi cabeza. Uno ve en las películas esas universidades norteamericanas, donde todo funciona, con los campus espectaculares, los medios de investigación y cómo eso los había llevado a ser un gran país. Bueno, acabábamos de comprar lo que era el ingenio San Pablo -2.000 hectáreas y el casco- y un día fui con un matrimonio amigo a ese lugar que estaba destruido y me surgió “¿por qué no una universidad acá?” Mis amigos me dijeron “vos estás loca”, pero yo dije “esto es lo que quiero”.
- ¿Cuál es el lugar de la San Pablo-T en el mapa de la educación superior?
- Tucumán tiene cuatro grandes universidades para todos los gustos, con cuatro miradas totalmente distintas. Creo que con la San Pablo-T, Tucumán alcanzó su completitud. Todas las provincias que han tenido un gran desarrollo cuentan con universidades privadas laicas: Santa Fe, Córdoba, Mendoza... Eso no es casual, es un cordón que une la ciencia, la educación, la producción y el crecimiento económico.
- ¿Cuáles son los aspectos en los que están reforzando su trabajo?
- Si bien no ha llegado el decreto presidencial, tengo entendido que se ha puesto de manifiesto nuestra tarea en extensión y en investigación. El nuestro no es un modelo por Facultades, sino matricial, como el de las universidades norteamericanas. Tenemos nuestros centros de investigación separados de la estructura de las carreras, dependen del Rectorado y con su propio presupuesto. Hasta determinada época del año los profesores y alumnos presentan proyectos de investigación que la universidad financia. Se nos pide que sigamos por ese camino. En cuanto a la extensión tenemos un interesante camino recorrido, pero me gustaría destacar que hemos elegido para trabajar la comunidad de Los Vázquez, un grupo de una pobreza extrema.
- ¿Cómo puede incluirse a la comunidad de San Pablo en el proceso de crecimiento?
- Creo que le está costando la reconversión de lo que era un pueblo azucarero en una ciudad que rodea una universidad. Las chimeneas de lo que era el ingenio todavía están y creo que no las debo derribar, porque son un símbolo. Y digo que ahora tiran humo de conocimiento. Ha sido muy doloroso cerrar ese ingenio, que era absolutamente inviable. La industria azucarera era hasta no hace mucho tiempo una cosa muy feudal y hay mucha gente que espera un patriarcado. Bueno, eso no lo vamos a hacer nunca, porque no pensamos así, porque no somos así. En algún momento en San Pablo van a reaccionar y a darse cuenta de que tienen una mina de oro cerca. Les demos tiempo. Yo los entiendo, los escucho, trato de incluirlos. Hemos ofrecido dos becas a cada colegio y escuela de San Pablo y nunca las han usado.
- ¿Cuál es el perfil de un egresado de la San Pablo-T?
- La universidad está al servicio de la producción, siempre fue pensada de ese modo. Creo que se terminó el tiempo de las universidades enciclopedistas, por el estado actual del mundo, por la velocidad a la que se mueven las cosas, por las necesidades del país y de Tucumán, nosotros hemos tomado esa dirección. Estamos al servicio de lo que todos necesitan para su crecimiento. Por eso el perfil de nuestros egresados es pragmático. ¿En que se diferencian las carreras tradicionales de las que se dictan en otro lado? En que la currícula está totalmente aggiornada a los tiempos que corren. ¿Hace falta un abogado? Definitivamente sí, pero debe manejar negociación, arbitraje, mediación y todo medio alternativo de solucionar un conflicto. Necesitamos un abogado novedoso, necesitamos un contador novedoso. Nuestros alumnos de Medicina ven gente desde el momento que entran, formamos un médico que te acoja, que te abrace y te dé una mirada sistémica. Pero sobre todo que te mire como ser humano. En definitiva, quien se recibe en cualquiera de nuestras 18 carreras está preparado para salir a trabajar inmediatamente. Si no fuera así, te estafaron.
- Diseño textil y Diseño industrial son dos carreras exitosas en la San Pablo-T. ¿Qué es lo que viene?
- Para eso hablemos de los chicos. Es difícil interesarlos. Creo que una universidad tiene la obligación de liderar procesos y de ganarle al tiempo. Un pueblo no va más allá de lo que van sus universidades. Para eso hay que ver más allá y eso no es nada fácil. Todo el mundo habla de que hay que cambiar, de los nuevos métodos, pero nadie dice qué ni cómo. Mientras tanto, creo que todos los que están en la universidad, desde los dueños y el rector, deben seducir a los chicos, hacerlos abrazar un objetivo. La palabra es inspiración.
- ¿Cómo imagina a la San Pablo-T dentro de 20 años?
- Quiero dejar Harvard en el norte argentino, porque es la universidad que tenemos en el imaginario como sinónimo de excelencia. Tal vez no llegue a verlo, pero estoy segura de que va a ser una de las universidades más importantes de Latinoamérica.